jueves, 10 de julio de 2008

Cartago Nova

20¬. "Animado por estos cálculos y sin haberle comunicado a nadie por dónde pensaba atacar, al ponerse el sol condujo al ejército durante toda la noche hasta Cartago Nova. Al amanecer, en medio del estupor de los africanos, empezó a cercar la ciudad con una empalizada y se preparó para el día siguiente, apostando escaleras y máquinas de guerra por todo alrededor de la misma, excepto por una sola parte en la que el muro era más bajo y estaba bañada por una laguna y el mar, por lo que la vigilancia era menos intensa. Habiendo cargado durante la noche todas las máquinas con dardos y piedras y tras apostar frente al puerto de la ciudad a sus naves a fin de que las de los enemigos no pudieran escapar a través de él ¬pues confiaba absolutamente en apoderarse de la ciudad a causa de su elevada moral¬, antes del amanecer hizo subir al ejército sobre las máquinas, exhortando a una parte de sus tropas a entablar combate con los enemigos desde arriba y a otra parte a empujarlas contra el muro por su parte inferior. Magón, a su vez apostó a sus diez mil hombres en las puertas, con la intencion de salir, cuando se les presentara la ocasión, con sólo las espadas ¬pues no era posible usar las lanzas en un espacio estrecho¬ y envió a los restantes a las almenas. También se tomó él el asunto con mucho celo colocando numerosas máquinas, piedras, dardos y catapultas. Hubo gritos y exhortaciones por ambas partes, ninguno quedó atrás en el ataque y el coraje, lanzando piedras, dardos y jabalinas, unos con las manos, otros con las máquinas y otros con hondas. Y se sirvieron con ardor de cualquier otro instrumento o recurso que tuvieran en sus manos."

21¬. "Las tropas de Escipión sufrieron mucho daño. Los diez mil soldados cartagineses que estaban junto a las puertas, saliendo a la carrera con las espadas desenvainadas, se precipitaron contra los que empujaban las máquinas y causaron muchas bajas pero no sufrieron menos. Finalmente, los romanos empezaron a imponerse por su laboriosidad y constancia. Entonces cambió la suerte, porque los que estaban sobre las murallas se encontraban ya cansados y los romanos consiguieron adosar las escalas a los muros. Sin embargo, los cartagineses que llevaban espadas penetraron a la carrera por las puertas y cerrándolas tras ellos se encaramaron a los muros. De nuevo la lucha se hizo penosa y difícil para los romanos hasta que Escipión, su general, que recorría todos los lugares dando gritos y exhortaciones de ánimos, se dio cuenta, hacia el mediodía, de que el mar se retiraba por aquella parte en la que el muro era bajo y lo bañaba la laguna. Se trataba del fenómeno diario de la bajada de la marea. El agua avanzaba hasta mitad del pecho y se retiraba hasta media rodilla. Escipión se percató entonces de esto y comprendió la naturaleza del fenómeno, a saber, que estaría baja durante el resto del día y, antes de que el mar volviera a subir, se lanzó a la carrera por todas partes gritando: "Ahora es el momento, soldados, ahora viene la divinidad como aliada mía. Avanzad contra esta parte de la muralla. El mar nos ha cedido el paso. Llevad las escaleras y yo os guiaré"."

22¬. "Después de coger él, el primero, una de las escaleras, la apoyó contra el muro y empezó a subir cuando aún no lo había hecho ningún otro, hasta que, rodeándole sus escuderos y otros soldados del ejército, se lo impidieron y ellos mismos acercaron, a la vez, gran cantidad de escaleras y treparon. Ambos bandos atacaron con gritos y celo e intercambiaron golpes variados, pero, no obstante, vencieron los romanos. Consiguieron subir a unas torres en las que Escipión colocó trompeteros y hombres provistos con cuernos de caza, y les dio orden de animar y causar alboroto para dar la impresión de que ya había sido tomada la ciudad. Otros, corriendo de aquí para allá, provocaban el desconcierto de igual manera y algunos, descendiendo de un salto desde las almenas, le abrieron las puertas a Escipión. Éste penetró a la carrera con el ejército. De los que estaban dentro algunos se refugiaron en sus casas; Magón, por su parte, reunió a sus diez mil soldados en la plaza pública y cuando éstos sucumbieron se retiró de inmediato con unos pocos a la ciudadela. Pero al atacar, acto seguido, Escipión la ciudadela, como ya no podía hacer nada con unos hombres que estaban en inferiodidad numérica y acobardados por el miedo, se entregó él mismo a Escipión."

23¬. "(...) En la ciudad tomada se apoderó de almacenes con enseres útiles para tiempos de paz y de guerra, gran cantidad de armas, dardos, máquinas de guerra, arsenales para los navíos, treinta tres barcos de guerra, trigo y provisiones variadas, marfil, oro, plata ¬una parte consistente en objetos, otra acuñada y una tercera sin acuñar¬, rehenes iberos y prisioneros de guerra y todas aquellas cosas que antes habían quitado a los romanos. Al día siguiente, realizó un sacrificio y celebró el triunfo. Después hizo un elogio del ejército, pronunció una arenga a la ciudad y, tras recordales a los Escipiones, dejó partir libres a los prisioneros de guerra hacia sus respetivos lugares de origen con objeto de congraciarse a las ciudades. Otorgó las mayores recompesas al que subió en primer lugar la muralla, al siguiente le dio la mitad de ésta, al tercero la tercera parte y a los demás proporcionalmente. El resto del botín ¬lo que quedaba de oro, plata o marfil¬ lo envió a Roma a bordo de las naves apresadas. La ciudad celebró un sacrificio durante tres días, pensando que de nuevo volvía a renacer el éxito ancestral y, de otro lado, Iberia y los cartagineses que habitaban en ella quedaron estupefactos por el temor ante la magnitud y rapidez de su golpe de mano."

24¬. "Escipión estableció una guardia en Cartago Nova y ordenó que se elevara la muralla que daba al lugar de la marea. Él se puso en camino hacia el resto de Iberia y, enviando a sus amigos a cada región, las atraía bajo su mando de buen grado y, a las demás que se le opusieron, las sometió por la fuerza. Eran dos los generales cartagineses que quedaban y ambos se llamaban Asdrúbal; uno de ellos, el hijo de Amílcar, andaba reclutando mercenarios muy lejos entre los celtíberos , y el otro, Asdrúbal, el hijo de Giscón, enviaba emisarios a las ciudades que todavía eran fieles demandando que permanecieran en esta fidelidad a Cartago, pues estaba a punto de llegar un ejército inmenso, y envió a otro Magón a las zonas próximas a reclutar mercenarios de donde le fuese posible, mientras que él en persona se dirigió contra el territorio de Lersa, que se les había sublevado, y se dispuso a sitiar alguna ciudad de allí. Sin embargo, cuando se dejó ver Escipión, Magón se retiró a Bética y acampó delante de la ciudad. En este lugar fue derrotado de inmediato, al día siguiente, y Escipión se apoderó de su campamento y de Bética."
[Error de Apiano de Bética por Baecula/Bailén]

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