domingo, 27 de julio de 2008

Palantia

55¬. Se dirigió a continuación (Lúculo) a la ciudad de Palantia que gozaba de gran fama a causa de su valor y en la que se habían reunido muchos refugiados. Por este motivo le aconsejaron algunos que se retirara antes del intento. Sin embargo, Lúculo no hizo caso, pues se había informado de que era muy rica, pero los palantinos lo acosaban sin cesar con su caballería cada vez que iba a aprovisionarse de comida y le impedían abastecerse de alimento. Así que Lúculo, al estar falto de víveres, se replegó con el ejército formado en cuadro. Los de Palantia le persiguieron también entonces hasta el río Duero, desde donde se retiraron durante la noche, y Lúculo después de atravesar hacia el país de los turditanos se retiró a sus cuarteles de invierno. Este fue el final de la guerra de los vacceos llevada a cabo por Lúculo contra el decreto del pueblo romano. Pero Lúculo nunca fue llamado a juicio por ello."

sábado, 26 de julio de 2008

Intercacia

53¬. "Este último (Lúculo), después de haber recorrido un gran extensión de tierra desértica, llegó a la ciudad de Intercacia, en la que se habían reunido, en su huida, más de veinte mil soldados de infantería y dos mil jinetes. Lúculo, siguiendo un criterio estúpido, los invitó a firmar un tratado, pero ellos le echaron en cara su actitud vergonzosa en los sucesos de Cauca y le preguntaron si les invitaba con las mismas garantías que les dio a aquéllos. Lúculo, al igual que todos los culpables, lleno de ira contra ellos por sus reproches en vez de contra sí mismo, asoló sus campos y estableciendo un asedio, cavó en torno a la ciudad muchas trincheras y, de continuo, ponía a sus tropas en orden de combate provocando a la lucha. Sus adversarios, en cambio, no respondían de igual modo y sólo combatían con proyectiles. Con frecuencia, un cierto bárbaro salía cabalgando a la zona que mediaba entre ambos contendientes, adornado con espléndida armadura, y retaba a un combate singular a aquel de los romanos que aceptara y, como nadie le hacía caso, burlandose de ellos y ejecutando una danza triunfal se retiraba. Después que hubo ocurrido esto en varias ocasiones, Escipión, que todavía era un hombre joven, se condolió en extremo y adelantándose aceptó el duelo y, gracias a su buena estrella, obtuvo el triunfo sobre un adversario de gran talla, pese a ser él de pequeña estatura."

54¬. "Esta victoria elevó la moral de los romanos, pero durante la noche muchos temores hicieron presa en ellos. Pues todos los jinetes bárbaros que habían salido a forrajear antes de que Lúculo llegara, al no poder poder entrar en la ciudad por haberla sitiado éste, se pusieron a correr alrededor del campamento dando gritos y provocaron un alboroto. Y los que estaban dentro los coreaban. Por lo cual un extraño temor invadió a los romanos. A ello se anadía el cansancio por la falta de sueño a causa de la guardia y la falta de costumbre de la comida del país. No tenían vino, sal, vinagre, ni aceite y, al comer trigo, cebada, gran cantidad de carne de venado y de liebre cocida y sin sal, enfermaban del vientre y muchos incluso morían. Finalmente cuando estuvo completado el muro de asalto y, golpeando las murallas de los enemigos, consiguieron echar abajo una parte, penetraron a la carrera en la ciudad. Sim embargo, no mucho después, al ser obligados a retirarse, se precipitaron por ignorancia en una cisterna de agua en donde perecieron la mayoría. Durante la noche los bárbaros volvieron a construir la parte de la muralla que había sido derribada. Y como ambas partes sufrían severamente ¬pues el hambre los acosaba¬, Escipión prometió a los bárbaros que, si pactaban, no se quebrantarían los tratados. Le creyeron en razón de su prestigio y puso fin a la guerra bajo estas condiciones: los de Intercacia entregarían diez mil sagos a Lúculo, una cierta cantidad de ganado y cincuenta hombres como rehenes. En cambio, no obtuvo Lúculo el oro y la plata que había pedido y por lo que precisamente hacía la guerra, al creer que toda Iberia era rica en oro y plata. Y es que, en efecto, no los tenían y ni siquiera aquellos celtíberos daban valor a estos metales."

viernes, 25 de julio de 2008

Cauca

51¬. "Este último (Lúculo), que estaba deseoso de gloria y necesitado de dineros por causa de su penuria, realizó una incursión contra los vacceos, otra tribu celtíbera, que eran vecinos de los arevacos, sin haber recibido ninguna orden de Roma y sin que los vacceos hubieran hecho la guerra a los romanos, ni siquiera hubieran cometido falta alguna contra el mismo Lúculo. Después de cruzar el río Tajo, llegó a la ciudad de Cauca y acampó frente a ella. Sus habitantes le preguntaron con que pretensión llegaba o por qué motivo buscaba la guerra, y cuando les contestó que venía en ayuda de los carpetanos, que habían sido maltratados por ellos, se retiraron de momento a la ciudad, pero le atacaron cuando estaba buscando madera y forraje. Mataron a muchos de sus hombres y a los demás los persiguieron hasta el campamento. Tuvo lugar también un combate en regla y los de Cauca, semejantes a tropas de infantería ligera, resultaron vencedores durante un cierto tiempo, hasta que se les agotaron los dardos. Entonces huyeron, pues no estaban acostumbrados a resistir a pie firme el combate y, acorralados delante de las puertas, perecieron alrededor de tres mil."

52¬. "Al día siguiente, los más ancianos, coronados y portando ramas de olivo de suplicantes, volvieron a preguntar otra vez a Lúculo qué tendrían que hacer para ser amigos. Éste les exigió rehenes y cien talentos de plata y les ordenó que su caballería combatiera a su lado. Cuando todas sus demandas fueron sastifechas, decidió poner una guarnición en el interior de la ciudad. Los de Cauca aceptaron también esto y él introdujo dos mil hombres cuidadosamente elegidos, a quienes dio orden de que cuando estuviesen dentro ocuparan las murallas. Una vez que la orden estuvo cumplida, Lúculo hizo penetrar al resto del ejército y, a toque de trompeta, dio la señal de que mataran a todos los de Cauca que estubieran en edad adulta. Estos últimos perecieron cruelmente invocando las garantías dadas, a los dioses protectores de los juramentos, y maldiciendo a los romanos por su falta de palabra. Sólo unos pocos de los veinte mil consiguieron escapar por unas puertas de la muralla de difícil acceso. Lúculo desvastó la ciudad y cubrió de infamia el nombre de Roma. Los demás bárbaros corrieron juntos desde los campos hacia zonas escarpadas o ciudades más poderosas, llevandose todo cuanto podían y prendiendo fuego a lo que dejaban para que Lúculo no pudiera encontrar ya nada."

jueves, 24 de julio de 2008

Fin de la guerra celtíbera

50¬. "Lúculo se puso en camino, y Marcelo anunció públicamente la guerra a los celtíberos y les devolvió sus rehenes como lo habían pedido. Después llamó a su lado al portavoz de los celtíberos en Roma y estuvo conferenciando con él en privado durante largo rato. En razón de esto, se empezó precisamente a sospechar ya entonces, y después fue confirmado en mayor medida por los acontencimientos posteriores, que intentaba convencerles de que se pusieran en sus manos sus asuntos, buscando con ansiedad dar fin a la guerra antes de la llegada de Lúculo. Después de esta entrevista, cinco mil arevacos ocuparon Nergóbriga, y Marcelo se puso en marcha hacia Numancia y acampó a una distancia de cinco estadios de ésta. Persiguió a los numantinos acorralándolos en la ciudad y, finalmente, el jefe de éstos, Litennón, haciendo un alto, dijo a voces que quería reunirse con Marcelo para negociar. Cuando estuvieron reunidos, afirmó que los belos, titos y arevacos se ponían voluntariamente en manos de Marcelo. Éste, feliz por la noticia, exigió rehenes y dinero a todos ellos y, habiéndolos tomado, los dejó libres. De este modo, terminó la guerra de los belos, titos y arevacos antes de la llegada de Lúculo."

miércoles, 23 de julio de 2008

Embajada celtíbera a Roma

49¬. "Marcelo envió embajadores de cada parte a Roma para que dirimieran allí mutuamente sus querellas y, en privado, mandó una carta al senado instando a la consecución de los tratados. Quería, en efecto, poner fin a la guerra por medio de su intervención personal, pues esperaba que ello le habría de reportar una gloria provechosa. Los embajadores de la facción amiga penetraron en la ciudad y fueron agasajados como huéspedes; en cambio, los del bando enemigo, como era la costumbre, acamparon fuera de las murallas. El senado desestimó la propuesta de paz y se tomó muy a mal que no hubieran querido someterse a los romanos cuando precisamente se lo pidió Nobílior, el precesor de Marcelo, y les replicó que este último les comunicaría la decisión senatorial. Y, de inmediato, reclutaron un ejército para Iberia, ahora por primera vez mediante sorteo, en vez del sistema de leva habitual. Y se decidió, en esta ocasión, formar el ejército mediante sorteo, debido a que muchos culpaban a los cónsules de haber recibido un trato injusto en el enrolamiento, en tanto que a algunos los habían elegido para los servicios más fáciles. Mandaba las tropas el cónsul Licinio Lúculo. Como lugarteniente tenía a Cornelio Escipión, el que, no mucho después, tomó Cartago y, más tarde, Numancia."

martes, 22 de julio de 2008

Nergóbriga

48¬. "Al año siguiente, llegó como sucesor en el mando de Nobílior, Claudio Marcelo con ocho mil soldados de infantería y quinientos jinetes. Logró cruzar con suma precaución las lineas de los enemigos que le habían tendido una emboscada acampó ante la ciudad de Ocilis con todo su ejército. Hombre efectivo en las cosas de la guerra, logró atraerse de inmediato a la ciudad y les concedió el perdón, tras exigir rehenes y treinta talentos de plata. Los nergobrigenses, al enterarse de su moderación, le enviaron emisarios para preguntarle por qué medios obtendrían la paz. Cuando les ordenó entregarle cien jinetes para que combatieran a su lado como tropas auxiliares, ellos les prometieron hacerlo, pero, por otro lado, lanzaron un ataque contra los que estaban en la retaguardia y se llevaron algunas bestias de carga. Poco después, llegaron con los cien jinetes, como en efecto se había acordado, y con la relación a lo ocurrido en la retaguardia, dijeron que algunos de los suyos, sin saber lo pactado, habían cometido un error. Entonces, Marcelo hizo prisioneros a los cien jinetes, vendió sus caballos, devastó la llanura y repartió el botín entre el ejército. Finalmente, puso cerco a la ciudad. Los nergobrigenses, al ser conducidas contra ellos máquinas de asalto y plataformas, enviaron un heraldo revestido de una piel de lobo en lugar del bastón de heraldo y solicitaron el perdón. Éste replicó que no lo otorgaría, a no ser que los arevacos, belos y titos lo solicitaran todos a la vez. Cuando se enteraron estas tribus, enviaron celosamente emisarios y pidieron a Marcelo que, tras imponerles un castigo moderado, se atuviera a lo tratados firmados con Graco. Se pusieron en contra de esta petición algunos nativos a quienes ellos había hecho la guerra."

lunes, 21 de julio de 2008

Axinio y Ocilis

47¬. "Nobílior, después que hubo tomado un pequeño respiro tras el desastre, llevó a cabo un intento contra cierta cantidad de provisiones que el enemigo había almacenado en la ciudad de Axinio, pero al no conseguir ningún resultado positivo y sufrir, por el contrario, también allí muchas bajas, regresó de noche al campamento. Desde allí envió a Biesio, un oficial de caballería, a una tribu vecina para lograr una alianza y solicitar jinetes. Ellos les dieron algunos, a los que los celtíberos tendieron una emboscada en su viaje de regreso. Descubierta la emboscada, los aliados lograron escapar, pero Biesio y, con él, muchos romanos perecieron en la lucha. Bajo la influencia de una sucesión tal de desastres acaecidos a los romanos, la ciudad de Ocilis, donde estaban las provisiones y el dinero de estos últimos, se pasó a los celtíberos. Nobílior, perdidas las esperanzas totalmente, invernó en su campamento guareciéndose como le fue posible. Al contar tan sólo con las provisiones que tenía en él sufrió severamente por la falta de las mismas, por la abundancia de nevadas y el rigor del frío, de modo que perecieron muchos soldados, algunos mientras estaban recogiendo leña, otros dentro del campamento, víctimas de la falta de espacio, y otros de frío."

domingo, 20 de julio de 2008

La batalla de Numancia

46¬. "Por consiguiente, los arevacos se reunieron de inmediato en esa misma noche en Numancia, que era la ciudad más poderosa, y eligieron como generales a Ambón y Leucón. Nobílior, a su vez, tres dias más tarde marchó contra ellos y fijó su campamento a una distancia de veinticuatro estadios. Después que se le unieron trescientos jinetes númidas enviados por Masinissa y diez elefantes, condujo el ejército contra los enemigos, llevando ocultos en la retaguardia a los animales. Cuando se entabló combate, los soldados se escindieron y quedaron a la vista los elefantes. Los celtíberos y sus caballos, que jamás antes habían visto elefantes en ningún combate, fueron presa del pánico y huyeron hacia la ciudad. Entonces Nobílior condujo a los animales contra las murallas y combatió con bravura hasta que un elefante, herido en la cabeza por una enorme piedra que había sido arrojada, se enfureció y dando un fortísimo barrito volvió grupas contra sus amigos y mató a todo aquel que se le puso en su camino, sin hacer distinción entre amigos y enemigos. Los otros elefantes, excitados por el barrito de aquél, hacían todos lo mismo y comenzaron a pisotear a los romanos, a despedazarlos y lanzarlos por los aires. Esto es lo que les suele ocurrir siempre a los elefantes cuando están irritados, que consideran a todos como enemigos. Y algunos, a causa de esta falta de confianza, los llaman "enemigos comunes". Como consecuencia de este hecho, la huida de los romanos fue desordenada. Los numantinos, al darse cuenta de ellos, se lanzaron desde los muros, y en la persecución dieron muerte a cuatro mil hombres y tres elefantes y se apoderaron de muchas armas y enseñas. De los celtíberos murieron alrededor de dos mil."

sábado, 19 de julio de 2008

Segeda

 44¬. "No muchos años después, estalló en Iberia otra guerra, difícil a causa del siguiente motivo. Segeda es una ciudad pertenenciente a una tribu celtíbera llamada belos, grande y poderosa, y estaba inscrita en los tratados de Sempronio Graco. Esta ciudad forzó a otras más pequeñas a establecerse junto a ella; se rodeó de unos muros de aproximadamente cuarenta estadios de circunferencia y obligó también a unirse a los titos, otra tribu limítrofe. Al enterarse de ello, el senado prohibió que fuera levantada la muralla, les reclamó los tributos estipulados en tiempo de Graco y les ordenó que proporcionaran ciertos contigentes de tropas a los romanos. Esto último, en efecto, también estaba acordado en los tratados. Los habitantes de Segeda, con relación de la muralla, replicaron que Graco había prohibido fundar nueva ciudades, pero no fortificar las ya existentes. Acerca del tributo y de las tropas mercenarias, manifestaron que habían sido eximidos por los propios romanos después de Graco. La realidad era que estaban exentos, pero el senado concede siempre estos privilegios añadiendo que tendrán vigor en tanto lo decidan el senado y el pueblo romano."

45¬. "Así pues, Nobílior fue enviado contra ellos con un ejército de treinta mil hombres. Los segedanos, cuando supieron de su próxima llegada, sin dar remate ya a la construcción de la muralla, huyeron hacia los arevacos con sus hijos y sus mujeres y les suplicaron que les acogieran. Éstos lo hicieron así y eligieron como general a un segedano llamado Caro, que era tenido por hombre belicoso. A los tres días de su elección, apostando en una espesura a veinte mil soldados de infantería y cinco mil jinetes, atacó a los romanos mientras pasaban. Aunque el combate resultó incierto durante mucho tiempo, logró dar muerte a seis mil romanos y obtuvo un brillante triunfo. Tan grande fue el desastre que sufrió Roma. Sin embargo, al entregarse a una persecución desordenada después de la victoria, los jinetes romanos que custodiaban la impedimenta cayeron sobre él y mataron al propio Caro, que destacó por su valor, y a sus acompañantes, en número éstos no inferior a seis mil, hasta que llegada la noche puso fin a la batalla. Estos sucesos tuvieron lugar el día en el que los romanos acostrumbraban a celebrar una procesión en honor de Vulcano. Por este motivo, desde aquel tiempo, ningún general romano quiso comenzar un combate voluntariamente en este día."

viernes, 18 de julio de 2008

La guerra de los lusones

42¬. "Cuatro olimpiadas más tarde, en torno a la ciento cincuenta olimpiada, muchos iberos se sublevaron contra los romanos por carecer de tierra suficiente, entre otros, los lusones que habitaban en las cercanías del río Ebro. Por consiguiente, el cónsul Fulvio Flaco hizo una expedición contra ellos, los venció en una batalla y muchos de ellos se desperdigaron por las ciudades. Pero todos los que estaban especialmente faltos de tierra y obtenían su medio de vida gracias a la existencia errabunda se congregaron, en su huida, en la ciudad de Complega que era de fundación muy reciente, bien fortificada y se había desarrollado con rapidez. Tomando esta ciudad como base de sus operaciones exigieron a Flaco que les entregara un sagum, un caballo y una espada como compesación por cada uno de sus muertos y que se marchara de Iberia antes de que le ocurriera una desgracia. Éste les respondió que les entregaría muchos sagos y, siguiendo a sus emisarios, acampó junto a la ciudad.. Ellos contrariamente a sus amenazas huyeron en secreto de inmediato y se dedicaron a desvastar el territorio de los pueblos bárbaros de los alrededores. Estos pueblos utilizan un manto doble y grueso que abrochan todo alrededor a la manera de una casaca militar y lo llaman sagum."

43¬. "Como sucesor de Flaco en el mando, vino Tiberio Sempronio Graco. Por aquel tiempo asediaban a la ciudad de Caravis, que era aliada de Roma, veinte mil celtíberos . Como era muy probable que fuera tomada, Graco se apresuró a acudir en socorro de la ciudad, pero después de haber establecido un cerco en torno al enemigo, no pudo comunicar a la ciudad su proximidad. Por consiguiente, Cominio, uno de los prefectos de caballería, tras meditar consigo mismo el asunto y exponer su audaz proyecto a Graco, se ciñó un sagum a la usanza ibera y, se unió secretamente a los soldados enemigos que iban en busca de forraje. De este modo penetró, en su compañía, en el campamento como si fuera un ibero y, atravesando a la carrera hasta Caravis, les comunicó que Graco venía hacia ellos. Éstos consiguieron mantenerse a salvo aguantando con fortaleza el asedio, hasta que llegó Graco al cabo de tres días, y los sitiadores levantaron el asedio. Entoces, veinte mil habitantes de Complega llegaron hasta el campamento de Graco con ramas de olivo a modo de suplicantes y, cuando estuvieron cerca, le atacaron de improviso y provocaron la confusión. Éste con habilidad les dejó su campamento y simuló la huida. Después, dando la vuelta, los atacó mientras se dedicaban al saqueo, mató a la mayoría y se apoderó de Complega y de los pueblos vecinos. Asentó a las clases más menesterosas y repartió las tierras entre ellos. Llevó a cabo tratados perfectamente regulados con todos los pueblos de esta zona, sobre la base de que serían aliados de los romanos. Les dio y tomó juramentos que serían invocados, en muchas ocasiones, en las guerras futuras. A causa de tales hechos, Graco se hizo célebre en Iberia y Roma y fue recompensado con un expléndido triunfo."

jueves, 17 de julio de 2008

La guerra de los iberos

39¬. "Algún tiempo después, cuando los romanos estaban en guerra con los celtas de en torno al Po y con Filipo de Macedonia, los iberos se levantaron de nuevo, a la vista de los muchos trabajos en que estaban inmersos los romanos.Y fueron enviados desde Roma, como generales, contra ellos, Sempronio Tuditano y Marco Helvio, y después de aquéllos, Minucio. Y como refuerzo, al hacerse mayor la sublevación, fue enviado Catón con fuerzas más numerosas. Éste era aún un hombre en exceso joven, pero austero y laborioso, destacado por su sagacidad y elocuencia(...)"

40¬. "Cuando Catón arribó a Iberia en el lugar llamado Emporion, se congregaron contra él los enemigos desde todos los lugares hasta un número de cuarenta mil. Él, a su vez, se tomó un cierto tiempo en ejercitar a sus tropas y, cuando se dispuso a trabar combate, envió de regreso a Masalia las naves que tenía e hizo comprender a su ejercito que lo que había que temer no era el hecho de que los enemigos les sobrepasaran en número ¬pues siempre puede vencer el valor a la superiodidad numérica¬, sino el que no disponían de naves y que no existía otra salvación posible que la victoria. Nada más decir esto, entabló combate, tras haber animado a su ejército no, como otros, con la esperanza, sino con el temor. Cuando se llegó al combate cuerpo a cuerpo, iba de un lado para otro animando y arengando a sus tropas. Hacia el atardecer, como el resultado de la pelea era aún incierto y habían caído muchos de ambos bandos, corrió con tres cohortes de reserva hasta lo alto de una colina elevada para poder observar a un tiempo toda la acción. Y tan pronto como vio que el centro de sus líneas era el que se hallaba en una situación más comprometida, corrió en su ayuda exponiéndose al peligro y rompió las líneas enemigas con su acción y con sus gritos de aliento, y fue el primer artífice de la victoria. Después de persegirlos durante toda la noche, se apoderó de su campamento y mató a muchos de ellos. A su regreso, los soldados le abrazaban y elogiaban como el autor de la victoria. Después de esto concedió un descanso a sus tropas y vendió el botín."

41¬. "Todos le enviaron emisarios y él les exigió otros rehenes, envió cartas selladas a cada una de las ciudades y ordenó a sus portadores entregarlas, todas, en un mismo día. El día lo fijó calculando el tiempo que aproximadamente tardarían en llegar a la ciudad más distante. Las cartas ordenaban a los magistrados de todas las ciudades que destruyensen sus murallas en el mismo día que recibieran la orden y, en el caso de que lo aplazaran, les amenazaba con la esclavitud. Éstos, vencidos recientemente en una gran batalla y dado que desconocían si estas órdenes se las habían dado a ellos solos o a todos, temían ser objeto de desprecio, con toda razón, si eran los únicos, pero si era a todos, los otros también tenían miedo de ser los únicos en demorarse y, puesto que no había oportunidad de comunicarse unos con otros por medio de emisarios y sentían preocupación por los soldados que habían venido con las cartas y que permanecían ante ellos, estimando cada uno su propia seguridad como lo más ventajoso, destruyeron con prontitud las murallas. Pues, una vez que se decidieron obedecer, pusieron el máximo celo en tener en su haber, además, una pronta ejecución. De este modo y gracias a una sola estratagema, las ciudades ubicadas a lo largo del río Ebro destruyeron sus murallas en un solo día, y en el futuro, al ser muy accesibles a los romanos, permanecieron durante un largo tiempo en paz."

martes, 15 de julio de 2008

Roma conquista la Iberia cartaginesa

37¬. "Indíbil, uno de los reyes que había llegado a un acuerdo con él, realizó una incursión en una parte del territorio sometido a Escipión mientras estaba amotinado el ejército romano. Y cuando Escipión marchó contra él, sostuvo el combate con bravura y mató a mil doscientos romanos, pero al haber perdido a veinte mil de los suyos, se vio obligado a pedir la paz. Y Escipión le puso una multa y llegó a un acuerdo con él. Masinissa, sin que Magón se percatase, cruzó el estrecho, y entablando relaciones de amistad con Escipión, juró combatir como su aliado, si llevaba la guerra contra África.

(...)Y Magón, el almirante, habiendo perdido la esperanza en los asuntos de Iberia a juzgar por la situación presente, se hizo a la mar rumbo al país de los ligures y los celtas (la Galia) , y se dedicó a reclutar mercenarios. Mientras andaba ocupado en estos asuntos, los romanos se apoderaron de Gades, que habia sido abandonada por Magón."

38¬. "A partir de ese momento, poco antes de la olimpíada ciento cuarenta y cuatro, comenzaron a enviar anualmente, a los pueblos de Iberia conquistados, pretores en calidad de gobernadores o superintendentes para mantener la paz. Y Escipión, despues de dejarles un ejército pequeño adecuado a un asentamiento pacífico, establecio a los soldados heridos en una ciudad que llamó Itálica, tomando el nombre de Italia. Es la patria de Trajano y Adriano, quienes más tarde fueron emperadores de los romanos. Y él partió rumbo a Roma con una gran flota, adornada con magnificiencia y repleta a un tiempo de prisioneros, riquezas, armas y un variado botín.

(...)Entretanto, Indíbil, una vez que Escipión había partido, se sublevó de nuevo. Los generales de Iberia lo mataron tras reunir todo el ejército que tenían en las guarniciones y otra fuerzas procedentes de los pueblos sometidos. A los culpables de la sublevación, después de hacerles comparecer en un juicio, les condenaron a muerte y confiscaron sus propiedades. A los pueblos que participaron con él en el levantamiento les impusieron una multa, los despojaron de sus armas, les exigieron rehenes y les impusieron guarniciones más fuertes. Todos estos sucesos tuvieron lugar inmediatamente después de la partida de Escipión, y éste fue el resultado de la primera contienda romana en Iberia."

lunes, 14 de julio de 2008

Astapa

33¬. "Astapa era una ciudad que, siempre y en bloque, había permanecido fiel a los cartagineses. Sus habitantes, en esta ocasión en que Marcio tenía establecido el cerco en torno a ellos, convencidos plenamente de que si los romanos los apresaban los iban a reducir a la esclavitud, reunieron todos sus enseres en la plaza pública y tras apilarles alrededor troncos de madera, hicieron subir sobre la pila a los niños y mujeres. Tomaron juramento, a cincuenta hombres notables de entre ellos, de que, cuando la ciudad fuera apresada, Matarían a las mujeres y los niños, prenderían fuego a la pila y se degollarían a sí mismos. Los astapenses, poniendo a los dioses por testigos de estas cosas, se lanzaron a la carrera contra Marcio, que no sospechaba nada, por lo que hicieron replegarse a sus tropas ligeras y a la caballería. E incluso, una vez que estuvo dispuesta la legión con sus armas, las tropas de los astapenses eran, con mucho, las más destacadas por combatir a la desesperada, pero, no obstante, se impusieron los romanos por el número, ya que por el valor no fueron inferiores en absoluto los de Astapa. Y cuando todos estuvieron muertos, los cincuenta que quedaban degollaron a las mujeres y a los niños, prendieron el fuego y se arrojaron a sí mismos a él, dejando a los enemigos una victoría sin provecho. Marcio, sobrecogido por el valor de los de Astapa, no cometió ningún acto de violencia contra sus casas."

domingo, 13 de julio de 2008

Cástax e Ilurgia

32¬. "Mientras Magón estaba inactivo, Silano fue enviado por Escipión a someter la ciudad de Cástax, pero como sus habitantes le recibieron de manera hostil, fijó su campamento ante ellos y lo comunicó a Escipión. Éste envió por delante un equipo de asedio y lo siguió, pero desviándose en su camino, atacó a la ciudad de Ilurgia. Dicha ciudad era aliada de los romanos en tiempos del anterior Escipión, pero cuando aquél murió, se pasó en secreto al bando cartaginés y, después de haber acogido a un ejército romano como si fuera todavía amiga, lo entrego a los cartagineses. Por este motivo, Escipión, lleno de ira, tomó la ciudad en cuatro horas y, pese a estar herido en el cuello, no desistió del combate hasta conseguir el triunfo. Y su ejército, por la misma razón, olvidándose del saqueo y sin que nadie se lo ordenara, mató cruelmente incluso a los niños y a las mujeres, hasta dejar reducida a la ciudad a sus cimientos. Después de llegar a Cástax, Escipión dividió al ejército en tres cuerpos u mantuvo a la ciudad bajo vigilancia, pero no comenzó el combate para dar tiempo a sus habitantes a cambiar de actitud, pues había oido que estaban dispuesto a ello. Y éstos, tras atacar y dar muerte a aquella parte de la guarnición que se oponía, entregaron la ciudad a Escipión. Este último estableció una nueva guarnición y colocó la ciudad bajo el mando de uno de sus propios ciudadanos que gozaba de alta reputación. Retornó entonces a Cartago Nova, enviando a Silano y a Marcio a la zona del estrecho para que desvastaran todo cuanto pudiesen."

sábado, 12 de julio de 2008

Comienza la retirada cartaginesa de Iberia

28¬. "Después de este combate, los cartagineses se seguían retirando con toda rapidez y Escipión los seguía, causándoles daños y bajas cuantas veces podía ponerles la mano encima. Pero cuando ellos ocuparon un lugar bien protegido, con agua y comida abundante, y no se podía hacer otra cosa que sitiarlos, a Escipión le apremiaban otras tareas, de modo que dejó a Silano para establecer el asedio y él se marchó a otras partes de Iberia y las sometió. Los cartagineses que sufrían el sitio por Silano retrocedieron y, finalmente, llegando al estrecho cruzaron a Gades. Silano, tras infligirles todo el daño que pudo, se reunió con Escipión en Cartago Nova. A Asdrúbal, el hijo de Amílcar que estaba todavía levando tropas en torno al océano septentrional, le ordenó su hermano Aníbal que invadiera de inmediato Italia. Y él, con objeto de pasar inadvertido a Escipión, siguiendo por la costa del océano septentrional, cruzó los Pirineos hacia la Galia con los celtíberos que había reclutado. De este modo, Asdrúbal se encaminó hacia Italia a marchas forzadas sin que lo supieran los italianos."

31¬. "Por estas fechas, algunos celtíberos e iberos cuyas ciudades se habían pasado a los romanos todavía seguían sirviendo a Magón en calidad de mercenarios. Marcio los atacó y dio muerte a mil quinientos, y el resto escapó para refugiarse en sus ciudades. A otros setecientos jinetes y seis mil soldados de infantería guiados por Annón los copó en una colina. desde donde, al carecer de todo, enviaron mensajeros a Marcio para conseguir una tregua. Éste les comunicó que pactaría cuando les entregaran a Annón y a los desertores. Entonces, ellos se apoderaron de Annón, aunque era su propio general, mientras escuchaba las propuestas, y de los desertores, y se los entregaron. Marcio reclamó también prisioneros. Cuando los hubo obtenido, les ordenó a todos que llevasen una cantidad estipulada de dinero a un determinado lugar de la llanura, pues no eran propios de los suplicantes los lugares elevados. Una vez que bajaron a la llanura, les dijo: "Acciones merecedoras de la muerte habéis cometido vosotros que, teniendo a vuestros lugares patrios sometidos a nosotros, escogisteis combatir contra ellos al lado de los enemigos. No obstante, os concedo marcharos sin sufrir castigo si deponéis vuestras armas". Sin embargo, la indignación se apoderó de todos a la vez y gritaron que no entregarían las armas. Tuvo lugar un combate encarnizado en el que la mitad de los celtíberos cayó tras haber opuesto una feroz resistencia, y la otra mitad consiguió ponerse a salvo junto a Magón. Éste hacía poco que había llegado al campamento de Annón con sesenta navíos y al enterarse del desastre de éste, navegó hasta Gades y, sufriendo por el hambre, aguardó el futuro de los acontencimientos."

viernes, 11 de julio de 2008

Carmona

25¬. "Asdrúbal, el hijo de Giscón, concentró el ejército cartaginés, que aún estaba en Iberia, en la ciudad de Carmona, con la intención de atacar a Escipión a la vez con todas sus tropas. Se unieron a él muchos iberos que trajo Magón y muchos númidas mandados por Masinissa. Asdrúbal acampó dentro del recinto fortificado del campamento con la infantería, en tanto que Masinissa y Magón, que estaban al frente de la caballería, vivaqueaban delante de él. Escipión, por su parte, dividió su propia caballería frente a esta disposición del enemigo y, a Lelio, lo envió contra Magón, mientras que él se opuso a Masinissa. Durante un cierto tiempo estuvo en una situación crítica y tuvo un trabajo penoso, porque los númidas lo asaeteaban a él y a sus hombres y se retiraban a continuación para volver de nuevo a la carga. Pero cuando Escipión dio la orden de perseguirlos sin tregua presentando las lanzas, los númidas, al no tener posibilidad de contraatacar, se replegaron huyendo hacia el campamento. Escipión, desistiendo de la persecución, fijó su campamento a unos diez estadios en una posición sólida que había elegido adrede. El número global de las fuerzas enemigas era de setenta mil soldados de infantería, cinco mil jinetes y treinta y seis elefantes. Escipión no contaba siquiera con un tercio de esas tropas. Éste fue el motivo de que estuviera indeciso durante algún tiempo y no ofreciera batalla, entablando solamente escaramuzas."

26¬. "Pero una vez que empezaron a faltarles las provisiones y el hambre hizo presa del ejército, Escipión juzgó que no era conveniente retirarse. Antes bien, tras realizar un sacrificio, convocó al ejército para dirigirles la palabra nada más concluir éste, y adoptando una vez más el rostro y la postura de un inspirado, les dijo que le había llegado el presagio divino habitual y le había exhortado a dirigirse contra los enemigos. Y era necesario tener más confianza en el dios que en el número de tropas del ejército, pues también habían obtenido las victorias precedentes en razón al favor divino y no por su fuerza númerica. Y, con objeto de inspirar confianza en sus palabras, ordenó a los adivinos que llevasen al centro de la asamblea las entrañas de las víctimas sacrificadas. Mientras hablaba, observó que algunos pájaros estaban revoloteando y, volviéndose bruscamente allí mismo con un movimiento rápido y un alarido, los señaló y dijo que los dioses también se los habían enviado como símbolos de victoria. Les acompañaba en sus movimientos clavando sus ojos en ellos y gritando como un inspirado. Todo el ejército seguía a un mismo tiempo las gesticulaciones de aquél, que giraba de acá para allá, y todos se sintieron llenos de ardor como ante una victoria segura. Escipión, cuando tuvo todo tal como había planeado, no vaciló ni permitió que su ardor se enfriara, sino que, como un inspirado todavía, afirmó que era necesario entablar combate al punto, después de estas señales. Dio la orden de que tomaran las armas después de comer y los condujo contra los enemigos sin que éstos los esperaran. Puso al frente de la caballería a Silano y al frente de la infantería a Lelio y Marcio."

27¬. "Asdrúbal, Magón y Masinissa, cuando Escipión les atacó de modo repentino, mediando tan sólo diez estadios entre ambos ejércitos, armaron a sus tropas, que aún no habían comido, con toda rapidez, confusión y tumulto. Se entabló un combate a la vez con la infantería y la caballería, la caballería romana prevaleció por su misma táctica, persiguiendo sin tregua a los númidas acostumbrados a retrocerde y volver al ataque. A estos últimos, a tan corta distancia, de nada les servían sus dardos. La infantería, sin embargo, se encontraba en situación desesperada a causa del número de los africanos y se veían superados a lo largo de todo el día. Con todo, Escipión no consiguió cambiar la suerte de la batalla, aunque corría a su lado y los animaba sin cesar. Finalmente, entregando su caballo a un muchacho y tomando un escudo de las manos de un soldado, se lanzó a la carrera, solo como estaba, en el espacio abierto entre los dos ejércitos gritando: "Venid, romanos, en socorro de vuestro Escipión que corre peligro". Entonces, al ver los que estaban cerca en qué grado de peligro se encontraba y al enterarse de ello los que estaban lejos, movidos todos de igual modo, por un sentimiento de pudor y temiendo por la seguridad de su general, cargaron a la carrera furiosamente contra los enemigos con alaridos. Los africanos, incapaces de resistir este ataque, cedieron, pues se daba además la circunstancia de que les faltaban las fuerzas al atardecer, por no haber probado alimentos. En poco tiempo perecieron en gran número. Éste fue el resultado que obtuvo Escipión en la batalla celebrada en las cercanías de Carmona y cuyo desenlace fue incierto durante mucho tiempo. En ella los romanos perdieron ochocientos hombres y las bajas enemigas fueron de quince mil hombres."

[Polibio sitúa la batalla en Ilipa, llamada Silpia por Livio, la actual Alcalá del Río]


jueves, 10 de julio de 2008

Cartago Nova

20¬. "Animado por estos cálculos y sin haberle comunicado a nadie por dónde pensaba atacar, al ponerse el sol condujo al ejército durante toda la noche hasta Cartago Nova. Al amanecer, en medio del estupor de los africanos, empezó a cercar la ciudad con una empalizada y se preparó para el día siguiente, apostando escaleras y máquinas de guerra por todo alrededor de la misma, excepto por una sola parte en la que el muro era más bajo y estaba bañada por una laguna y el mar, por lo que la vigilancia era menos intensa. Habiendo cargado durante la noche todas las máquinas con dardos y piedras y tras apostar frente al puerto de la ciudad a sus naves a fin de que las de los enemigos no pudieran escapar a través de él ¬pues confiaba absolutamente en apoderarse de la ciudad a causa de su elevada moral¬, antes del amanecer hizo subir al ejército sobre las máquinas, exhortando a una parte de sus tropas a entablar combate con los enemigos desde arriba y a otra parte a empujarlas contra el muro por su parte inferior. Magón, a su vez apostó a sus diez mil hombres en las puertas, con la intencion de salir, cuando se les presentara la ocasión, con sólo las espadas ¬pues no era posible usar las lanzas en un espacio estrecho¬ y envió a los restantes a las almenas. También se tomó él el asunto con mucho celo colocando numerosas máquinas, piedras, dardos y catapultas. Hubo gritos y exhortaciones por ambas partes, ninguno quedó atrás en el ataque y el coraje, lanzando piedras, dardos y jabalinas, unos con las manos, otros con las máquinas y otros con hondas. Y se sirvieron con ardor de cualquier otro instrumento o recurso que tuvieran en sus manos."

21¬. "Las tropas de Escipión sufrieron mucho daño. Los diez mil soldados cartagineses que estaban junto a las puertas, saliendo a la carrera con las espadas desenvainadas, se precipitaron contra los que empujaban las máquinas y causaron muchas bajas pero no sufrieron menos. Finalmente, los romanos empezaron a imponerse por su laboriosidad y constancia. Entonces cambió la suerte, porque los que estaban sobre las murallas se encontraban ya cansados y los romanos consiguieron adosar las escalas a los muros. Sin embargo, los cartagineses que llevaban espadas penetraron a la carrera por las puertas y cerrándolas tras ellos se encaramaron a los muros. De nuevo la lucha se hizo penosa y difícil para los romanos hasta que Escipión, su general, que recorría todos los lugares dando gritos y exhortaciones de ánimos, se dio cuenta, hacia el mediodía, de que el mar se retiraba por aquella parte en la que el muro era bajo y lo bañaba la laguna. Se trataba del fenómeno diario de la bajada de la marea. El agua avanzaba hasta mitad del pecho y se retiraba hasta media rodilla. Escipión se percató entonces de esto y comprendió la naturaleza del fenómeno, a saber, que estaría baja durante el resto del día y, antes de que el mar volviera a subir, se lanzó a la carrera por todas partes gritando: "Ahora es el momento, soldados, ahora viene la divinidad como aliada mía. Avanzad contra esta parte de la muralla. El mar nos ha cedido el paso. Llevad las escaleras y yo os guiaré"."

22¬. "Después de coger él, el primero, una de las escaleras, la apoyó contra el muro y empezó a subir cuando aún no lo había hecho ningún otro, hasta que, rodeándole sus escuderos y otros soldados del ejército, se lo impidieron y ellos mismos acercaron, a la vez, gran cantidad de escaleras y treparon. Ambos bandos atacaron con gritos y celo e intercambiaron golpes variados, pero, no obstante, vencieron los romanos. Consiguieron subir a unas torres en las que Escipión colocó trompeteros y hombres provistos con cuernos de caza, y les dio orden de animar y causar alboroto para dar la impresión de que ya había sido tomada la ciudad. Otros, corriendo de aquí para allá, provocaban el desconcierto de igual manera y algunos, descendiendo de un salto desde las almenas, le abrieron las puertas a Escipión. Éste penetró a la carrera con el ejército. De los que estaban dentro algunos se refugiaron en sus casas; Magón, por su parte, reunió a sus diez mil soldados en la plaza pública y cuando éstos sucumbieron se retiró de inmediato con unos pocos a la ciudadela. Pero al atacar, acto seguido, Escipión la ciudadela, como ya no podía hacer nada con unos hombres que estaban en inferiodidad numérica y acobardados por el miedo, se entregó él mismo a Escipión."

23¬. "(...) En la ciudad tomada se apoderó de almacenes con enseres útiles para tiempos de paz y de guerra, gran cantidad de armas, dardos, máquinas de guerra, arsenales para los navíos, treinta tres barcos de guerra, trigo y provisiones variadas, marfil, oro, plata ¬una parte consistente en objetos, otra acuñada y una tercera sin acuñar¬, rehenes iberos y prisioneros de guerra y todas aquellas cosas que antes habían quitado a los romanos. Al día siguiente, realizó un sacrificio y celebró el triunfo. Después hizo un elogio del ejército, pronunció una arenga a la ciudad y, tras recordales a los Escipiones, dejó partir libres a los prisioneros de guerra hacia sus respetivos lugares de origen con objeto de congraciarse a las ciudades. Otorgó las mayores recompesas al que subió en primer lugar la muralla, al siguiente le dio la mitad de ésta, al tercero la tercera parte y a los demás proporcionalmente. El resto del botín ¬lo que quedaba de oro, plata o marfil¬ lo envió a Roma a bordo de las naves apresadas. La ciudad celebró un sacrificio durante tres días, pensando que de nuevo volvía a renacer el éxito ancestral y, de otro lado, Iberia y los cartagineses que habitaban en ella quedaron estupefactos por el temor ante la magnitud y rapidez de su golpe de mano."

24¬. "Escipión estableció una guardia en Cartago Nova y ordenó que se elevara la muralla que daba al lugar de la marea. Él se puso en camino hacia el resto de Iberia y, enviando a sus amigos a cada región, las atraía bajo su mando de buen grado y, a las demás que se le opusieron, las sometió por la fuerza. Eran dos los generales cartagineses que quedaban y ambos se llamaban Asdrúbal; uno de ellos, el hijo de Amílcar, andaba reclutando mercenarios muy lejos entre los celtíberos , y el otro, Asdrúbal, el hijo de Giscón, enviaba emisarios a las ciudades que todavía eran fieles demandando que permanecieran en esta fidelidad a Cartago, pues estaba a punto de llegar un ejército inmenso, y envió a otro Magón a las zonas próximas a reclutar mercenarios de donde le fuese posible, mientras que él en persona se dirigió contra el territorio de Lersa, que se les había sublevado, y se dispuso a sitiar alguna ciudad de allí. Sin embargo, cuando se dejó ver Escipión, Magón se retiró a Bética y acampó delante de la ciudad. En este lugar fue derrotado de inmediato, al día siguiente, y Escipión se apoderó de su campamento y de Bética."
[Error de Apiano de Bética por Baecula/Bailén]

miércoles, 9 de julio de 2008

Nombramiento de Escipión como general.

18¬. "Fijaron, por consiguiente, con antelación el día en el que se elegiría un general para Iberia. Al no presentarse nadie como candidato, el miedo se acentuó y un silencio sombrío atenazó a la asamblea. Finalmente Cornelio Escipión, el hijo de Publio Cornelio muerto en Iberia, hombre muy joven ¬tenía venticuatro años¬, pero con fama de prudente y noble, avanzando hasta el centro de la asamblea pronunció un solemne discurso acerca de su padre y su tío, y después de lamentar su aciago destino proclamó que, por encima de todo, él era el vengador familiar de su padre, de su tío y de su patria. Expuso otras muchas razones sin pausa y con vehemencia, como un inspirado, prometiendo apoderarse no sólo de Iberia, sino, tras ella, de África y Cartago también. A algunos les pareció que hablaba a la ligera, como cosa propia de su juventud, pero al pueblo, encogido por el miedo, le volvió a influir ánimos, ya que los que están asustados se alegran con las promesas, y fue elegido general para Iberia en la convicción de que iba a llevar a cabo algo digno de su coraje. En cambio, los de más edad no lo consideraban coraje sino temeridad. Escipión, al darse cuenta de esto, los convocó de nuevo en asamblea y pronunció otro discurso solemnes en un sentido similar al anterior. Y, tras afirmar que su edad no sería para él impedimento alguno, no obstante les invitó públicamente a que si alguno de sus mayores quería asumir el mando se lo cedería de voluntad. Sin embargo, como nadie aceptó su invitación, rodeado de mayores elogios y admiración, partió con diez mil soldados de infantería y quinientos jinetes, pues le fue imposible llevarse un ejército más numeroso, debido a que Aníbal estaba asolando Italia. También cogió riquezas, otros enseres y veintiocho barcos de guerra, con los que se hizo a la mar rumbo a Iberia."

19¬. "Después de hacerse cargo del ejército que estaba allí y reunirlo en un solo cuerpo de ejército con las tropas que llevaba, realizó un rito de purificación y se dirigió a ellos también con palabras grandilocuentes. Se extendió al punto por toda Iberia, molesta con los africanos y nostálgica de la noble generosidad de los Escipiones, la noticia de que Escipión, el hijo de Escipión, había llegado como su general por designio de la providencia. Al esterarse Escipión de esto, fingió que realizaba todo como inspirado por la divinidad. Se informó de que los enemigos acampaban en cuatro campamentos, distantes un gran trecho unos de otros, con veinticinco mil soldados de infantería y dos mil quinientos jinetes, preo que tenían su provisión de riquezas, de trigo, armas, naves, prisioneros y rehenes procedentes de toda Iberia en la ciudad llamada antes Sagunto y entonces ya Cartago Nova, y de que la custodiaba Magón con diez mil cartagineses. Decidió atacarles, en primer lugar, a causa del escaso número de tropas que estaban con Magón y de la gran cantidad de provisiones, y con la idea de tener a esta ciudad como una base segura de operaciones por tierra y por mar contra toda Iberia, ya que poseía minas de plata, un territorio fértil y mucho oro, y constituía el paso más corto a África."

martes, 8 de julio de 2008

Principio de la Segunda Guerra Púnica

Declaración de guerra.

13¬.
"Los romanos enviaron embajadores a Cartago con la orden de que reclamaran a los cartagineses la entrega de Aníbal como responsable de la violación de los tratados, a no ser que todos asumieran la responsabilidad, y de que si no se lo entregaban, declarasen de inmediato y públicamente la guerra. Los embajadores así lo hicieron y les anunciaron la guerra al no entregarles a Aníbal. Se dice que ocurrió de la siguiente manera. El embajador con una sonrisa les dijo, mostrándole el pliegue de la toga: "Aquí os traigo, cartagineses, la paz y la guerra; tomad aquella que elijáis". Ellos replicaron: "Danos tú, mejor, la que tú quieras".Cuando él les ofreció la guerra, todos prorrumpieron en un grito unánime: "La aceptamos". Y al punto, le comunicaron a Aníbal que ya podía hacer incursiones por toda Iberia sin miedo, pues los pactos estaban rotos. Y él, en consecuencia, marchando contra todos los pueblos cercanos, los puso en sumisión, ya con persuasión, ya por temor o por la fuerza, y reunió un gran ejército sin revelar su finalidad, pero con la secreta intención de invadir Italia. Envió amisarios entre los galos e hizo examinar los pasos de los Alpes. Y los cruzó (dejando) a su hermano Asdrúbal en Iberia (...)."

Los Escipiones.

14¬. "...(Los romanos, pensando que) tendrían que sostener la guerra en Iberia y África ¬pues ni siquiera habían imaginado que los africanos invadieran jamás Italia¬, enviaron a Tiberio Sempronio Longo con ciento sesenta naves y dos legiones a África ¬lo que hicieron Longo y los demás generales romanos en África está descrito en el libro Púnico¬, y a Publio Cornelio Escipión lo enviaron a Iberia al frente de sesenta naves con diez mil soldados de infantería y setecientos jinetes y, como legado suyo, enviaron con él a su hermano Gneo Cornelio Escipión. Publio al enterarse por mercaderes masaliotas de que Aníbal había cruzado los Alpes en dirección a Italia, temiendo que cayera sobre los italiotas inesperadamente, partió con las quinquerremes en dirección a Etruria después de entregar a su hermano Gneo el ejército en Iberia. (...)"

15¬. "Gneo, por su parte, no llevó a cabo nada digno de mención en Iberia antes de que regresara a su lado su hermano Publio. En efecto, los romanos, cuando expiró el tiempo del mandato de Publio, después de haber enviado a Italia contra Aníbal a sus sucesores en el consulado, lo enviaron de nuevo a Iberia tras nombrarlo procónsul. Y desde este momento los dos Escipiones sostuvieron la guerra en Iberia teniendo como oponente a Asdrúbal, hasta que los cartagineses, atacados por Sifax, el rey de los númidas, le hicieron regresar junto con una parte de su ejército y los Escipiones vencieron con facilidad a los que quedaron. Muchas ciudades se les pasaron voluntariamente, pues eran persuasivos en sumo grado tanto para hacer la guerra, como para atraerse aliados."

16¬. "Los cartagineses, cuando concertaron la paz con Sifax, enviaron de nuevo a Asdrúbal a Iberia con un ejército más numeroso y con treinta elefantes. Le acompañaba otros dos generales, Magón y otro Asdrúbal que era hijo de Giscón. Y a partir de entonces la guerra se hizo mucho más difícil para los Escipiones, pero, incluso en estas condiciones, resultaron vencedores. Perecieron muchos africanos y gran número de elefantes y, finalmente, al aproximarse el invirno los africanos invernaron en Turdetania y, los Escipiones, Gneo lo hizo en Orsón y Publio en Cástulo. Aquí recibió la noticia del avance de Asdrúbal. Saliendo de la ciudad con un destacamento pequeño para reconocer el campamento, se aproximó Asdrúbal sin ser visto y después de rodearle con la caballería a él y a todos los que le acompañaban, los mató. Gneo que no tenía noticias de nada envió soldados a su hermano para que se aprovisionaran de trigo, y encontrándose con ellos otros africanos entablaron combate. Al enterarse Gneo salió a la carrera como estaba con las tropas ligeras en su auxilio. Sin embargo, ya habían matado a los anteriores y persiguieron a Gneo hasta que se refugió en una torre. Entonces le prendieron fuego a la torre, y Escipión y sus compañeros murieron abrasados."

17¬. "De esta forma perecieron los dos Escipiones, hombres excelentes en todo, y a ellos les añoraron los iberos que gracias a su intervención, se habían pasado a los romanos. Cuando se enteraron los de la ciudad fueron presa de gran aflicción y enviaron hacia Italia a Marcelo, que había llegado de Sicilia hacía poco tiempo, y en su compañía a Claudio con (...) naves, mil jinetes, diez mil soldados de infantería y recursos suficientes. Como no llevaron a cabo ninguna empresa destacada, el poderío cartaginés se incrementó notablemente y casi llegaron a dominar la totalidad de Iberia, quedando encerrados los romanos en una pequeña franja de terreno en los montes Pirineos. Al enterarse de esto los de Roma, cundió, de nuevo, el pánico. Existía el temor de que mientras Aníbal desvastaba la zona norte de Italia estos africanos invadieran el otro extremo. Por este motivo no le era posible evacuar Iberia como era su deseo, por miedo a que esta guerra fuera transferida a Italia."

lunes, 7 de julio de 2008

Sagunto

7¬. "Los saguntinos, colonos oriundos de Zacinto, que viven a mitad de camino entre los Pirineos y el río Ebro y todos los restantes griegos que habitaban en las proximidades del llamado Emporion y en cualquier otro lugar de Iberia, temiendo por su seguridad personal, enviaron embajadores a Roma. El senado, que no quería que se acrecentara el poderío cartaginés, envió, a su vez, embajadores a Cartago. Y ambos llegaron al acuerdo de que el río Ebro fuera el limite del imperio cartaginés en Iberia y que ni los romanos llevaran la guerra contra los pueblos del otro lado del río, súbditos de los cartagineses, ni éstos cruzaran el Ebro para hacer la guerra, y que los saguntinos y demás griegos de Iberia fueran libres y autónomos. Estos acuerdos fueron añadidos a los tratados ya existentes entre romanos y cartagineses."

[Apiano situa erroneamente Sagunto al norte del Ebro]

8¬. "Poco tiempo después de estos sucesos, un esclavo, a cuyo dueño había matado con crueldad, dio muerte a Asdrúbal, sin ser visto, en el transcurso de una cacería, cuando estaba dedicado al gobierno de aquella Iberia perteneciente a Cartago. Y Aníbal mató a éste, convicto de su crimen, tras haberlo atormentado de manera terrible. El ejército, entonces, proclamó a Aníbal como su general, pues a pesar de su excesiva juventud, lo apoyaba totalmente. Y el consejo de Cartago lo ratificó. Sin embargo, todos los adversarios políticos de Almícar, que habían temido su fuerza y la de Asdrúbal, cuando se informaron de que estaban muertos, despreciaban a Aníbal por su juventud y perseguían a los amigos y soldados de aquéllos bajo acusaciones ya antes formuladas contra los Barcas. El pueblo, al mismo tiempo, se puso de parte de los acusadores, lleno de resentimiento contra los acusados, por causa de la severidad de la época de Almícar y de Asdrúbal. Y les ordenaron llevar al tesoro público los regalos que en gran cantidad les habían enviado Almícar y Asdrúbal, por considerarlos despojos tomados al enemigo. Éstos enviaron emisarios a Aníbal en demanda de socorro y le hicieron saber que también él recibiría el desprecio más absoluto por parte de los enemigos de su padre, si se desentendía de quienes podían colaborar con él en su patria."

9¬. "Pero Aníbal no sólo había previsto estas cosas, sino que también era consciente de que los pleitos incoados contra aquéllos eran principio de un complot contra su propia persona. Y decidió que no iba a soportar esta enemistad como una amenaza para siempre, al igual que su padre y su cuñado, y que tampoco iba a estar entregado de modo indefinido a la veleidad de los cartagineses, fácilmente dispuestos a mostrarse desagradecidos hacia sus benefactores. Se decía también que incluso, siendo todavía un niño, había sido requerido por sus padre a jurar ante el fuego del altar que había de ser enemigo implacable para los romanos cuando accediera a la política. Precisamente por estas razones, pensaba consolidar su posición y la de sus amigos involucrando a su patria en empresas de gran envergadura y duración, sometiéndola a dificultades y riesgos. Veía, en efecto, que tanto África como los pueblos sometidos de Iberia se hallaban en paz, pero si podía hacer resurgir contra los romanos una nueva guerra, que deseaba en especial, le parecía que los cartagineses se verían aquejados por grandes preocupaciones y temores, y él por su parte, caso de tener éxito, obtendría una fama inmortal, al hacer a su patria regidora de todo el universo ¬pues no existía enemigo alguno para ellos después de los romanos¬, e incluso, en el caso de fracasar, aun así el mero intento le reportaría una gran gloria."

10¬. "Y presumiendo que sería un inicio brillante el cruzar el Ebro, convenció a los turbuletes, que eran vecinos de los de Sagunto, a quejarse ante él de estos últimos sobre la base de que hacían incursiones contra su territorio y les causaban muchos ultrajes. Y ellos le obedecieron. Entonces, Aníbal envió embajadores de éstos a Cartago, en tanto que él, en misivas privadas, expuso que los romanos trataban de convencer a la parte de Iberia sometida a Cartago para que hiciera defección de ésta, y que los saguntinos cooperaban en ello con los romanos. Y en absoluto desistía de su engaño, enviando muchos mensajes en tal sentido, hasta que el consejo le autorizó a actuar con relación a los saguntinos del modo que juzagara oportuno. Y tan pronto tuvo ocasión, hizo que, de nuevo, los turbuletes se presentaran ante él para quejarse de los saguntinos y mandó venir embajadores de éstos. Se presentaron los emabjadores saguntinos y, al exhortales Aníbal a que cada uno expusiera en su presencia los motivos de sus diferencias, estos últimos manifestaron que remitirían el juicio a Roma. Al decirle esto, los hizo salir del campamento y a la noche siguiente, habiendo cruzado el Ebro con todo su ejército desvastó el territorio y apostó sus máquinas contra la ciudad. Pero, como no pudo tomarla, la rodeó de un muro con un foso y, estableciendo alrededor a intervalos numerosos puestos de vigilancia, los inspeccionaba con frecuencia."

11¬. "Los saguntinos, al verse abrumados por este ataque inesperado y no anunciado por heraldos, enviaron una embajada a Roma. El senado envió con ellos a sus propios embajadores que, en pirmer lugar, debían recordarle a Aníbal los acuerdos existentes y caso de no convencerle, navegar hasta Cartago para presentar quejas contra él. A estos embajadores, cuando habían efectuado su travesía hasta Iberia y se dirigían desde el mar hacia el campamento, les ordenó Aníbal que no se acercaran. Entonces se hicieron de nuevo a la mar rumbo a Cartago en compañía de los embajadores saguntinos y volvieron a recordales los tratados a los cartagineses. Éstos culparon a los saguntinos de causar numerosas ofensas a sus súbditos. Los embajadores de Sagunto les invitaron, por su parte, a llevar el juicio ante los romanos. Pero ellos dijeron que no necesitaban de arbitraje alguno, pues podían vengar esta ofensas por sí solos. Cuando se comunicó esta respuesta a Roma, algunos exhortaban a socorrer de inmediato a los saguntinos, otros se mostraban aún indecisos diciendo que éstos no se hallaban inscritos en sus tratados en calidad de aliados, sino como autónomos y libres, y que los que estaban sitiados era libres todavía. Y prevaleció esta opinión."

12¬. "Los saguntinos, una vez perdida la esperanza de ayuda de Roma, y como el hambre les acuciaba y Aníbal persistía en su asedio continuo ¬pues como había oído que la ciudad era próspera y rica no relajaba el asedio¬, reunieron el oro y la plata, tanto público como privado, en la plaza pública por medio de una proclama y lo mezclaron con plomo y bronce fundido para que resultara inútil a Aníbal. Y ellos mismos, prefiriendo morir en combate antes que por hambre, se lanzaron a la carrera, de noche todavía, contra los puestos de guardia de los africanos que aún dormían y no sospechaban tal ataque. Por lo cual, los mataron cuando se lebantaban del lecho y se estaban armando a duras penas en medio de la confusión y a algunos, incluso, cuando ya estaban luchando. El combate duró mucho tiempo y de los africanos murieron muchos, pero los saguntinos todos. Las mujeres, al ver desde las murallas el fin de sus hombres, se arrojaron unas dede los tejados, otras se ahorcaron y otras, incluso, degollaron a sus propios hijos. Éste fue el final de Sagunto, una ciudad que había sido grande y poderosa. Aníbal, tan pronto como se percató de lo sucedido con el oro, movido por la ira, dio muerte a aquellos saguntinos que quedaban y eran adultos, después de torturarlos, pero viendo que la ciudad estaba a orillas del mar y no lejos de Cartago y poseía una tierra buena, la pobló de nuevo e hizo de ella una colonia cartaginesa. La cual creo que actualmete se llama Cartago "Espartágena"."
[Apiano confunde Sangunto con Cartagena]

domingo, 6 de julio de 2008

Cartago en Iberia.

5¬. "Una vez que acabó la guerra [de los númidas] y se hizo regresar a Annón a Cartago para responder de ciertos cargos, Amílcar que se hallaba él solo al frente del ejército y tenía a su cuñado Asdrúbal como asociado suyo, se dirigió hacia Gades y, tras cruzar el estrecho hasta Iberia, se dedicó a desvastar el territorio de los iberos , que no le habían causado daño alguno.(...) Finalmente, los reyes iberos y todos los otros hombres poderosos, que fueron coaligándose gradualmente, lo mataron de la siguiente forma: llevaron carros cargados de troncos a los que uncieron bueyes y los siguieron provistos de armas. Los africanos al verlos se echaron a reir, al no comprender la estratagema, pero cuando estaban muy próximos, los iberos prendieron fuego a los carros tirados aún por los bueyes y los arrearon contra el enemigo. El fuego, expandido por todas partes al diseminarse los bueyes, provocó el desconcierto de los africanos. Y al romperse la formación, los iberos , cargando a la carrera contra ellos, dieron muerte a Amílcar en persona y a un gran número de los que estaban defendiendolo."

6¬. "Sin embargo, los cartagineses, satisfechos con el botín obtenido ya en Iberia, enviaron allí otro ejército y designaron como general en jefe de todas las tropas a Asdrúbal., el cuñado de Almícar, que estaba en Iberia. Éste llevaba consigo a Aníbal, famoso por sus hechos de armas no mucho después, hijo de Almícar y hermano de su propia esposa, hombre joven y belicoso que gozaba del favor del ejército. A él lo designó como lugarteniente. Asdrúbal se ganó la mayor parte de Iberia por medio de la persuasión, pues era hombre persuasivo en su trato, y en los hechos que requerían de la fuerza se servía del muchacho. Avanzó desde el océano occidental hacia el interior, hasta el río Ebro, que divide a Iberia poco más o menos por su mitad y desemboca en el océano Boreal a una distancia de unos cinco días de viaje de los Pirineos."

[Confusión de océano Boreal por el mar Tirreno]

sábado, 5 de julio de 2008

Resumen de las Guerras Púnicas

Resumen de la Segunda Guerra Púnica.

3¬. "A este país afortunado y lleno de grandes riquezas comenzaron a explotarlo los cartagineses antes que los romanos. Una parte de él la poseían ya y la otra la saqueaban, hasta que los romanos, tras haberlos expulsado, ocuparon de inmediato las regiones de Iberia que tenían los cartagineses. Y llegando a dominar el resto del país después de mucho tiempo y esfuerzo, y pese a las numerosas defecciones de los territorios ya ocupados, la dividieron en tres partes y enviaron a tres pretores. De este modo llegaron ellos a someter a cada una y cómo lucharon con los cartagineses por su posesión y, después de éstos, con los iberos y celtíberos , lo mostrará este libro, que contiene una primera parte relativa a los cartagineses. Y puesto que este asunto era concerniente a Iberia, me fue necesario introducirlo en la historia de Iberia, por la misma razón por la que también los sucesos acaecidos entre los romanos y cartagineses en relación con Sicilia, desde el comienzo de su invasión y su poder en la isla, se encuentran insertos en mi historia siciliana."

Resumen de la Primera Guerra Púnica.

4¬. "La primera guerra entre romanos y cartagineses fue una guerra extranjera por la posesión de Sicilia, librada en la propia Sicilia, y la segunda fue ésta de Iberia y en la propia Iberia. En el transcurso de ella, también ambos contendientes, navegando con grandes ejércitos, saquearon mutuamente sus territorios, unos Italia y otros África. La comenzaron alrededor de la ciento cuarenta olimpíada más o menos, cuando disolvieron los tratados que habían concertado al final de la guerra de Sicilia.(...)"

viernes, 4 de julio de 2008

Los pobladores de Iberia antes de la conquista romana.

2¬. "No es mi propósito, ya que sólo escribo una historia de Roma, preocuparme con detalle de qué pueblos se piensa que fueron sus primeros pobladores y quienes la poseyeron después de éstos. Sin embargo, me parece que en algún momento los celtas , después de atraversar el Pirineo, la habitaron fusionandose con los nativos, lo que explica, por tanto, también el nombre de celtíberos . De igual modo, me parece que los fenicios, navegaron con frecuencia hasta Iberia desde época remota por razones de comercio, se asentaron en una parte de ella. Asimismo, los griegos, al llegar hasta Tartesos y su rey Argantonio, también algunos se quedaron en Iberia. Y creo que Tartesos era entonces una ciudad a orillas del mar, la que hoy día se llama Carpesos. El templo de Hércules que se encuentra en el estrecho lo erigieron, según creo, los fenicios. Y todavía en la actualidad se celebran ceremonias religiosas a la manera fenicia y su dios no es el Hércules Tebano, sino el Tirio. Queden, sin embargo, estos asuntos para los que tratan épocas remotas."


jueves, 3 de julio de 2008

La geografía de Iberia.

1¬. "Los montes Pirineos se extienden desde el mar Tirreno hasta el océano septentrional. Habitan su parte oriental los celtas , que hoy día se llaman gálatas y galos , y la parte occidental, los iberos y celtíberos , que comienzan en el mar Tirreno y se extienden formando un círculo a través de las columnas de Hércules hasta el océano septentrional. Por consiguiente, Iberia está rodeada por el mar, a excepción de los Pirineos, los montes más altos de Europa y, tal vez, los más abruptos de todos. De este entorno marítimo recorren, en sus travesías, el mar Tirreno hasta las columnas de Hércules , pero no cruzan el océano occidental y septentrional, excepto para atraversalo hasta el país de los britanos y, para ello, se ayudan de las corrientes marinas. La travesía tiene una duraciòn de un día y medio. El resto de este océano no lo surcan ni los romanos ni los pueblos sometidos a ellos. La extensión de Iberia ¬a la que algunos ahora llaman Hispania, en vez de Iberia¬ es enorme e increíble como para tratarse de un solo país, puesto que su anchura se evalúa en diez mil estadios y su logintud es igual a la anchura. La habitan pueblos numerosos y de nombres variados y fluyen, a través de ella, muchos ríos navegables."



martes, 1 de julio de 2008

Apiano de Alejandría

Biografía:

Apiano era natural de Alejandría (Egipto). Sobre su vida estamos poco informados, aunque este escribiera una biografía, la cual no nos ha llegado. Los pocos datos de su vida los hemos descifrado de su obra y de una epístola con Frontón, el preceptor de Marco Aurelio.

Se cree que su nacimiento fue hacia el 95 d.C. por varios motivos: Uno, nos habla de un recinto sagrado dedicado a Nemesis por Cesar en Egipto y que fue destruido por los judíos en época de Trajano y el otro, por la guerra o revolución judía a la que se refiere, que es la que libró Trajano contra estos últimos durante los años 115-117.

Sabemos que durante su vida alcanzó una posición elevada en su país, que después ejerció de abogado en las cortes de los emperadores y por último obtuvo el cargo de "Procurator Augusti o Augustorum o procurador del emperador o emperadores (en época de Marco Aurelio) (Este cargo se obtiene si se es Ciudadano Romano y se pertenece a la nobleza ecuestre o al senador. Por eso suponemos que Apiano obtuvo estos rangos en la sociedad romana.).Este cargo lo obtuvo gracias a la influencia de su amigo Frontón, que fue preceptor de uno de los emperadores del momento, y que apoyó su propuesta añadiendo datos de su honestidad y madurez para el cargo.

Los datos expuestos más arriba sobre los puestos que ocupó emarcará la redacción de su gran obra: "La Historia de Roma" donde escribe no como un historiador sino como un funcionario agradecido al país y a la nación que le dieron su favor y su recompensa.


La obra de Apiano:

Escribió una Historia de Roma en 24 libros, que abarca desde los tiempos más remotos hasta el comienzo del reinado de Vespasiano, en la que utilizó noticias recogidas de diversas fuentes griegas. De ellos nos han llegado completos sólo nueve y fragmentos de los restantes; los más valiosos son los libros 13 al 17, en los que hace un repaso de los períodos de mayor turbulencia en la historia de Roma: la Guerra Social, el enfrentamiento entre Mario y Sila, la conjuración de Catilina, el Primer y Segundo Triunviratos.


La obra la podemos organizar:

+ Por lugares geográficos.
+ Por las contiendas bélicas habidas entre Roma y otras naciones y las que mantuvieron entre sí.
+ Por caudillos militares (destaca la importancia del personaje en vez los sucesos, estos hechos también los lleva en los libros dedicados a Aníbal y las Guerras contra Mitridates).
+ Aunque un análisis más interno de la obra nos lleva a ver que dentro de cada libro hay subapartados como: Iberia (está la guerra de Viriato, la guerra de Numáncia y la lusitana). Todas ellas mantienen cierta independencia en el relato y en los sucesos. Lo anterior es un hecho que quiere hacer el autor, como dice en el capítulo 63 dedicado a Iberia: "...es mi intención insertar aquí la guerra de Viriato...".

Tomando prestadas las palabras de Antonio Sancho Royo, creador de la introducción de la "Historia de Roma" de Apiano (en la colección Gredos) sobre los motivos que llevaron Apiano a organizar su obra de esta forma, podemos decir:

"...Es posible que su ejercicio en la práctica de la abogacía como funcionario imperial pudiera influir en su forma de concebir la historia de Roma por compartimentos estancos tomando un suceso o sucesos desde el principio hasta el final, como el abogado que defiende un caso o el notario que atestigua y certifican los datos diversos que sobre un hecho le van llegando a las manos..."

La obra se debió escribir entre el 160 y 165 d.C en época de Antonio Pío o su sucesor porque nos da los siguientes datos en el prólogo de la obra (el capítulo 14): 200 años desde la llegada de los emperadores (contando el primero a Julio Cesar) y 900 años desde la creación de Roma. Esto se ve avalado además por la idea del profesor Schwartz que dice que tras la guerra contra los partos de Marco Aurelio ningún funcionario o exfuncionario del imperio hubiera mencionado como frontera del Imperio Oriental el río Éufrates.

La bibliografía en la que se basa Apiano para relatar los hechos de su libro Historia de Roma parece ser las fuentes de la administración Romana: los escritos de antiguos historiadores y geógrafos (griegos y romanos) y obras que no nos han llegado a la actualidad (Polibio, Paulo Clodio, Jerónimo de Cardia, César Augusto, Asinio Polión, Plutarco, Diodoro, Posidinio, Livio, Salustio, Celio Antíprato, Valerio Antías o Sempronio Aselión entre otros).


Sobre Iberia:

Aquí podréis leer un extracto de esta obra, en donde se refiere a Iberia (denominación griega de Hispania) y a sus habitantes. Debido a su extensión, la he subdividido en cinco partes y cada una de ellas en varias, que iré publicando día a día para facilitar su lectura :


Apiano, Sobre Iberia (I) - La 2ª Guerra Púnica en Iberia.
Apiano, Sobre Iberia (II) - Las guerras contra íberos y celtíberos.
Apiano, Sobre Iberia (III) - Las guerras contra lusitanos y Viriato.
Apiano, Sobre Iberia (IV) - La Guerra de Numancia.
Apiano, Sobre Iberia (V) - Otras menciones de íberos de Apiano.